La prensa de estos últimos
días informaba que la Agencia Tributaria termina de certificarle al Juez Ruz de
la Audiencia Nacional que el PP no pago impuestos por las donaciones ilegales
que recibió de diferentes empresarios. Dichas “donaciones”, solo en 2008
supusieron (según los papeles de Luis Bárcenas – El Tesorero del PP), la
friolera de 1.055.000 euros de su contabilidad “b”. En esos mismos diarios se
recogía las conclusiones más significativas del Informe que el Gobierno ha
encargado a un grupo de “expertos” sobre la previsible e inminente reforma
fiscal que nos reclama La Troika. Tan solo dos páginas antes, una notica cuyo
titular solo hace que confirmar lo que todos sospechábamos “El 10% más rico de los españoles se libra de
la crisis, según la OCDE”. Y esta misma semana, la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE),
en su informe “Panorama de la Sociedad 2014” llamaba la atención sobre el
aumento de la desigualdad en nuestro país. Es curioso como organizaciones como
esta o el FMI, por un lado se dedican a recomendar injustas medidas de carácter
económico (Subida de impuestos indirectos, bajada de salarios, desregulación
laboral etc…) medidas que provocan inseguridad, rompen la equidad social,
aumentando la brecha entre ricos y pobres; y ese mismo día o al siguiente
llaman la atención sobre el aumento de la pobreza estructural, anunciando que a
pesar de salir de la crisis, no mermara hasta 2025.
Que curiosas
noticias, que desgraciadamente confluyen en el mismo sitio: un cambio de Modelo
Social, una ruptura del “Contrato Social”, en definitiva una estafa democrática.
Vemos a un gobierno deslegitimado por los reiterados incumplimientos
electorales, poner en marcha la maquinaria de una reforma fiscal cuyo objetivo
primordial es consolidar la desigualdad y que sean los que menos tienen los que
sigan manteniendo el aparato del Estado; mientras ellos, según su propio ex
tesorero esquivan al erario público manteniendo una contabilidad “b”. Y esa
acción de gobierno sigue la hoja de ruta marcada por unas organizaciones que
lejos de trabajar para que la economía mundial siga por el camino de la
especulación financiera y la expansión de los paraísos fiscales y las burbujas
de todo tipo, prefieren dar recetas para volver a su añorado Siglo XIX, donde
los derechos sociales eran pura ciencia ficción. En fin que ante tamaño y tramposo
juego, aún habrá que estar agradecido porque todos los días “amanece, que no es
poco”.
Miguel Ángel Martín
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