martes, 21 de febrero de 2012

Luis Vives


Juan Navarro
No debería haber paz para los malditos, es lo más light dentro de lo negro del día que se me ocurre después de vista la actuación de la Policía Nacional ante los adolescentes del IES Luis Vives de Valencia. Ver las numerosas imágenes de caras de jovenes sangrientas y empotradas contra paredes por fornidos antidisturbios en pleno centro de Valencia, abuelas y madres aterradas porque ha detenido a sus hijos/as o nietos/as menores, no hace más que encender la llama de la indignación a cualquier persona honrada. Es curioso que todo esto se haya hecho a las puertas de un centro educativo que lleva el nombre del máximo exponente valenciano del Humanismo europeo del Renacimiento: Juan Luis VIVES, mientras se exigen condiciones dignas para la educación pública. Pero me imagino que esos tipos de azul, mitad robots, mitad hombres (no me pregunten qué mitad), no deben de tener muy claro quién era Luis Vives o que “coño” es eso del humanismo, a ellos es posible que en sus clases preparatorias, (si las tienen) tengan otro tipo de referentes, no sé, quizás siguen al pie de la letra algún Best Seller de la CIA o tienen en su programa formativo asignaturas como Historia de la Represión o Técnicas de Aplastamiento Estudiantil, no sé, hablo desde el desconocimiento, pero me imagino que algo les enseñaran. También supongo que les hablaran del Estado de Derecho, de los Derechos Humanos etc… confió que sí. Espero que los hechos del lunes, tengan una contundente respuesta por parte de las autoridades políticas, que se depuren responsabilidades, como a ellos les gusta decir y que se destierre de una vez por siempre del vocabulario de nuestros jefes policiales, la palabra “enemigos” cuando se refieran a ciudadanos/as ejerciendo sus derechos y más si cabe si son menores de edad. Oír hablar en esos términos al Jefe Superior de Policía de Valencia era como ultrajar la memoria del mejor Gila y su teléfono. Si todo esto no ocurre, la ciudadanía pensara como pensaba Luis Vives que “Desterrada la justicia que es vínculo de las sociedades humanas, muere también la libertad que está unida a ella y vive por ella.” Y eso hoy por hoy es muy, pero que muy grave, los contratos están para cumplirse y más si son sociales.

Miguel Angel Martín

miércoles, 15 de febrero de 2012

viernes, 3 de febrero de 2012

De aquellos lodos...

La pasada semana mientras esperaba con mi hija en consultas externas del Hospital de Sagunto (la primera manifestación que me llevaron mis padres fue una reivindicando la MiniFe), combatiendo la espera pude leer un cartel del Hospital dónde se especificaba los costes de atención sanitaria para personas que no estuviesen bajo la cobertura de la Sanidad Pública. Había primeras visitas por unos 60 € y así iba desglosado todas aquellas atenciones medicas que como ciudadanos podemos utilizar. Automáticamente, me acorde que el otro día leyendo la prensa, descubrí que el Gerente de EMARSA, un tal Esteban Cuesta trabaja en el Hospital de Sagunto como enfermero. No pude evitar acordarme de él, de las “traductoras rumanas”, de su sueldo como Gerente de 4.500 € más 1.500 € para gastos, más parece ser que durante un tiempo su sueldo como Alcalde pedáneo de Benimamet (unos 1.033 € trimestrales) según informaba el diario Levante el pasado 28/1/12. Al parecer la empresa también se gasto más de 60.000. € en entradas para la F1 y el Open de Tenis, y hay mucho más que no me cabe en la columna. La deuda que ha dejado EMARSA y que seguramente pagaran los valencianos es de 17 millones de euros. (Casi 3000 millones de pesetas). Me acorde de sus compañeros y compañeras del Hospital que están viendo como se recortan sus sueldos, como se amenaza a la sanidad pública y como se juega con la salud de miles de valencianos. Y tampoco pude evitar acordarme de esa frasecita, que en boca de los que dilapidan recursos públicos, suena profundamente imbécil: “la fiesta se ha terminado”. Para todos estos y en recuerdo de mi admirado Jose Antonio Labordeta: ¡A la Mierda! Pero sin depurar por EMARSA, que sale muy caro.

Miguel Angel Martín
Publicado en Las Provincias