![]() |
La austeridad española vista desde Nueva York |
Durante
los últimos meses, la ciudadanía hemos asistido a la proliferación en pueblos y
ciudades de actividades benéficas, generalmente conciertos de música, donde la
entrada suele ser algún tipo de comestible con destino a un banco de alimentos
etc… Incluso el pasado año la televisión pública ponía en la parrilla un
programa de tarde “Entre todos”, basado en recaudar dinero para personas en
situaciones de necesidad, exponiendo dramas personales en riguroso directo.
En
el mes de octubre pasado, la entidad que ha trabajado en este país mucho antes
de la existencia del Estado de Bienestar, Caritas, nos alertaba que la pobreza
severa en España ya afecta a más de tres millones de personas, el doble que
antes de la crisis. Situación agravada por la restricción de acceso a derechos
como la sanidad, la educación, los servicios sociales o la dependencia. Ante
todo este panorama resulta cuanto menos paradójico que sea la entidad que más
sabe de “caridad”, la que nos alerte de la perdida de derechos sociales de los últimos
años. Esta entidad vinculada a la iglesia católica que en los últimos treinta
años ha hecho un gran trabajo para adaptarse de una escuálida política social
del franquismo, donde la beneficencia era la estrella del sistema, a un Estado
del Bienestar basado en la democracia y los derechos sociales, no deja de
avisarnos que la responsabilidad de atender las necesidades sociales es del Estado
no exclusiva de las ONG.
Y todo
esto debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de ser solidarios en todo
momento, pero sobre todo en no perder la perspectiva y no olvidar que la ciudadanía
apostamos hace ya tiempo, por un modelo donde mandatamos al Estado, para que
cuide de todos, porque se considera que este país, es un Estado Social y democrático
de Derecho, o al menos eso decía la Constitución en su Artículo 1, a no ser que el PP y el PSOE la hayan cambiando estas navidades.
De todas
formas y como mantra para este nuevo año, no olvidemos que: Donde hay Justicia, hay poco espacio para la
Caridad. Salud.
Miguel Angel Martín