Hace
ya algunos años que las diferentes administraciones publicas se dotaron de
herramientas para el control del tráfico en carreteras y ciudades. Los
conceptos han ido evolucionando y desde una cuestión únicamente punitiva y
sancionadora se paso a otras de carácter más integral y preventivo: Las Grúas Municipales no solo recogían a los
aparcados en doble fila, sino a aquellos que de manera incívica aparcaban sobre
las aceras o en los pasos de cebra dificultando el transito de ciudadanos de a
pie o de otros con dificultades de movilidad; las Zonas Azules en principio eran medidas disuasorias para acercarse
el centro de las ciudades con el vehículo particular, iban acompañadas de
medidas favorecedoras del trasporte público urbano; Las ITV se diseñaron para garantizar que los vehículos que circulaban
por nuestras carreteras y calles se encontraban en condiciones optimas de
circulación, garantizando así la seguridad de todos y todas. En el principio de
todo, estos servicios fueron diseñados desde lo público y gestionados por lo público.
Pero
llego un momento, en el País Valencia coincidió con la llegada del Zaplanismo al poder, en el que este
paraíso del liberalismo en que se convirtió nuestro país, decidió que todo se
podía poner en manos del mercado. Las ITV
se privatizaron, (que se lo digan a la familia de Cotino), las Grúas Municipales también, las Zonas Azules también e incluso se ampliaban,
no por formar parte de un Plan de Movilidad Municipal sino por recomendación de
la propia empresa privada que las gestionaba.
Por
lo tanto se perdió el objetivo original, el puro negocio desvirtuó el uso.
Ahora que tanto gusta poner ejemplos sobre la economía familiar, ninguna
familia cedería a otros un negocio del que pudiese ganar el 100% para ganar
solo un 20 %. Pero cuestiones crematísticas
aparte, que son importantes en la gestión de lo público, la puesta en el
mercado hace que se desvirtué su creación y su objetivo. Lo importante ya no es
racionalizar el tráfico y pacificar nuestras ciudades, lo importante es
recaudar. Y lo más grave, las empresas concesionarias son las que a partir de
ese momento marcan la pauta, incluso de las subidas de tarifas, con el
beneplácito de los amantes de la mano invisible. Si que importa el
color del gato, y sí caza ratones para sobrevivir o por vicio. Si esto importa
en la gestión del trafico de una ciudad, imagínense cuando se habla de la Sanidad,
la Educación o nuestras Pensiones.
Miguel
Angel Martín
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