jueves, 20 de noviembre de 2008

El Síndrome político de Incitato

Incitatus era el nombre al que respondía el caballo de Calígula (12-41 d.C), al que este obsequio con el titulo de Cónsul de Bitinia. En esta decisión, tuvo tanto peso el trastorno bipolar de este Emperador, como una fina ironía frente a un Senado servil y complaciente ante el Cesar. En nuestros días, tiempos de crisis, es interesante recurrir a la historia de Roma para conceptualizar elementos de la política actual. Es por ello que he querido acuñar un nuevo síndrome que afecta a todos los niveles políticos, y al que he decidido denomina de INCITATO, como pequeño homenaje a aquel equino que fue cónsul. Podríamos definirlo como el conjunto de fenómenos que caracterizan la actitud de muchos de nuestros políticos, seria como el síndrome que afecta a todo cargo publico carente de toda idoneidad para el puesto y al que este mismo puesto da sentido a su existencia, escalando por la pirámide de Maslow. Dentro de el, podríamos establecer dos tipologías: A) El que ocupa el puesto por encargo de un superior o dueño (Calígula) con el único objetivo de ocuparlo y obedecer ciegamente al jefe. Modalidad propia de los grandes partidos o partidos de corte populista, a este lo calificaremos como el Incitato Perfecto. Y B) en esta modalidad se conjugan en una sola persona las dos características definitorias, es decir, por un lado Incitato y por otro Calígula, que aquí son la misma persona. En esta modalidad se da una paradoja interesante, la inutilidad para el cargo es inversamente proporcional, a la habilidad de este/a individuo/a para trepar y mantenerse en el puesto, no hay que olvidar que su nivel de vida depende directamente de el. Este tipo es propio de los partidos pequeños, generalmente ubicados en la izquierda. Esta modalidad va unida al cultivo de una imagen de pureza ideológica, algo únicamente verbal que se desmiente con sus actuaciones cotidianas. Se vuelve al clásico “vicios privados / virtudes públicas”. En esta estructura es imprescindible fabricar un enemigo interior, que justifica la presencia del Incitato en el cargo. A esta modalidad la calificaremos como el Incitato Centauro. Ambas modalidades se enfrentan a un dramático final. Si seguimos con los paralelismos históricos, no hay que olvidar que Calígula, cuando Incitato perdió su única carrera, mando matarlo lentamente para que sufriera. Calígula por el contrario fue asesinado victima de una conspiración liderada por su Guardia Pretoriana y el Senado de Roma. En la política actual, la traducción es la perdida de confianza del jefe y la consiguiente “caída de una lista”, o la eliminación de la escena política a cargo de los más cercanos al “Incitato”. Todo Incitato caido, tiene automáticamente su sustituto. ¿Que hacer para combatir este síndrome? La respuesta solo la da la implicación en política de la ciudadanía que actúa ética y lealmente ajustada a unas ideas y principios. Solo la ética puede arrinconar a Incitato. Suerte. Miguel Ángel Martín

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este INCITATO CENTAURO me recuerda mucho a alguien. Bueno la verdad que todo el articulo me recuerda a mucha gente. Genial y gracias.